Me gustan los faros.
Amigos de marineros, reyes de los acantilados. Guiños luminosos en la noche más cerrada. Vigías siempre despiertos, otean el horizonte desde su atalaya.
Me gusta sentarme y mirarlos y no decir nada.
En Cudillero el faro custodia la entrada a un pueblecito formado por casas que suben y suben hacia la montaña.
Hoy la mar está tranquila. El faro puede hoy bajar un poco la guardia.
Me gusta sentarme y mirarlo y no decir nada.
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